jueves, 24 de mayo de 2012

LA ORACIÓN MAS TRISTE

Esta guía y sus pequeñas meditaciones están dedicadas a la Hermana María del Camino de la Congregación de Hijas de Santa María del Corazón de Jesús de Jerez de la Frontera.
Ella no lo sabe, pero un día, estando en la capilla, entró con un gr upo de alumnos a los que enseñaba a rezar el Santo Vía Crucis justo antes de Semana Santa. 
Hacía muchísimos años que no lo oía y hacía tiempo que sentía una auténtica e inconfesable curiosidad por escucharlo.
Desde ese momento, sintiendo la sencillez y emotividad que reflejan sus estaciones, me propuse intentar dejar constancia de esta solidaria oración que nos acerca tanto a la pasión de Cristo, y dejarlo por escrito, para que quien tenga alguna duda pueda leerlo y releerlo cuantas veces precise.
He intentado reflejar con pasos (la mayoría andaluces) de nuestra Semana Santa las 14 estaciones y con un video, a mi juicio precioso -aunque quizás un poco fuerte-sobre la pasión y muerte.
Creo que el Sacrificio en la Cruz bien merece apartar unos minutos los escrúpulos y compartir ese dolor de Cristo antes de meternos de lleno en las estaciones.


EL SANTO VIA CRUCIS









* Qué es

El Vía Crucis es a mi parecer la más hermosa y triste oración del buen cristiano, un diálogo con nuestra propia conciencia por medio de la cual, Dios Padre nos permite acompañar a su hijo Jesús desde el momento de su humillante sentencia en la Casa de Pilatos hasta su crucifixión en el Monte Calvario, donde, para cumplir hasta el final la voluntad del Padre, el mismísimo Verbo hecho hombre, le encomienda su espíritu. 

* Cómo se reza
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios nuestro. 
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, crador padre y redentor mío, por ser vos quien soy bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido. También me pesa porque podeis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén.

Al inicio de cada estación se repite la siguiente oración:


Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Después de la reflexión de cada estación se repite:

Señor pequé. Ten piedad y misericordia de mí.



I  Estación JESUS ES SENTENCIADO A MUERTE

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



Reflexión

El juicio más injusto de la historia de la humanidad. ¡Qué ridículo! Y aún 2.000 años después seguimos repitiendo el mismo error. 
Nosotros, pobres pecadores, nos convertimos en jueces y verdugos de nuestros semejantes en la vida diaria.
¿Quién de nosotros no ha juzgado alguna vez, de forma más o menos jocosa o cruel a alguien? Todos  ejercemos de jueces. Si 2000 años después, juzgamos a nuestro prójimo y Jesús está en él, seguimos colaborando en el juicio más injusto de la humanidad. 

Señor pequé. Ten piedad y misericordia de mí.

II   Estación CAMINO DEL CALVARIO

Te adoramos, Señor y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



Reflexión

Cuenta el padre Cué, en su maravilloso `Vía Crucis de todos los hombres´,  con qué ímpetu nos ofrecemos a besar imágenes, cargar pasos e idolatrar iconografías que representan la pasión o muerte de Cristo en todo acto o evento (léase Semana Santa).
Cargar con su cruz...!!!! Si ni siquiera somos capaces de coger nuestra propia cruz diaria y mucho menos hacer de cirineo con nuestro prójimo!!!!!!
¡Que hipócrita humanidad! Aligerar el peso de Cristo, de su divina sentencia.
Empecemos por enfrentarnos cristianamente a nuestra realidad terrenal y cuando la hayamos cargado, miremos a nuestro alrededor. Dejemos que nuestros hermanos apoyen la suya en  nuestros hombros y luego, solo entonces, estaremos preparado para elevar la vista al cielo y ser dignos de acompañarlo en su Camino al Calvario.


Señor pequé. Ten piedad y misericordia de mí.



III Estación JESUS CAE POR PRIMERA VEZ

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.




Reflexión

La culpa fue de una piedra. Eso dicen y eso queremos creer. ¡Cuántas veces somos piedra u obstáculo en el camino de los demás , pero la tiramos y escondemos la mano.
Como si nadie nos viera. ¡Qué ingénuos somos!
No, ese obstáculo que apareció en su camino, esa piedra que le hizo tropezar, va firmada llevaba nuestro ADN, tiene nombre y apellidos.


Señor pequé. Ten piedad y misericordia de mí.



IV Estación JESUS SE ENCUENTRA CON SU SANTISIMA MADRE 

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.




Reflexión

Dice el padre Cué "Dichosos los hombres que en las caídas de su vida, por trágicas y aún culpables que sean, sienten a su lado, muy cerca de ellos, la presencia incondicional de una mujer -esposa o madre- decidida a levantarlos".
Hermosa reflexión sobre el papel de María, Madre de la Iglesia, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Esposa, Templo y Sagrario del Espíritu Santo.
María obediente, callada, silenciosa, sirve de apoyo y acompaña a Jesús durante toda su vida, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, sin que la muerte pueda separarlos.
Abandonado por todos, juzgado por muchos y negado por algunos. 
Sólo ellas, María,  la Verónica y la Magdalena. Sólo ellas, acompañaron a Jesús en su humillante Calvario.

Señor pequé. Ten piedad y misericordia de mí.




V Estación EL CIRENEO AYUDA A JESUS A LLEVAR LA CRUZ


Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.



Reflexión

"El que quiera seguirme que tome su cruz y me siga". Ya lo dijo el propio Jesús.
A veces siento envidia del cireneo ¡¡¡Quien pudiera llevar su yugo y acompañarlo en ese arduo trayecto,  en ese amargo trago tan salvaje, cruel e injusto!!! Sin embargo, ¿Cómo voy a poder ayudarte a cargar esta cruz  si apenas puedo con la mía?  ¿Cómo voy a llevar la tuya que no veo si al girar mis ojos está portando la suya mi vecino, mi prójimo... y que hago? Giro la cabeza para otro lado por no ver su sufrimiento.
No Señor, creo que tienes razón. He de empezar a ensayar con las de mis hermanos antes de coger la tuya.

Señor pequé. Ten piedad y misericordia de mí.


VI Estación LA VERONICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESUS

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.





Reflexión

De nuevo una mujer en la vida de Jesús. La Verónica, impulsiva, solidaria y voluntariamente, seca el sudor y la sangre del Santo Rostro de Nuestro Señor Jesucristo.
Lo hace enteramente entregada y compartiendo su sufrimiento, polo opuesto al cireneo, quien inicialmente fue obligado por los centuriones a compartir la cruz, aunque durante el trayecto sufriese su particular conversión.
El pasaje del Santo Rostro reflejado en el velo de la Verónica no aparece reflejado en los evangelios, lo cual no es óbice para permitirnos la siguiente reflexión. 
CRISTO tuvo, tiene y tendrá siempre rostro humano.
Ese compañero débil de la oficina o la escuela del que todos se mofan, ese vecino o pariente que tanto sufre en estos momentos, ese mendigo al que ignoras todas las mañanas cuando sales de casa...
¡¡¡¡¡ESE ES EL AUTENTICO ROSTRO DE CRISTO!!!!. 
Cristo, en su infinita misericordia te ha permitido también a tí conocer su rostro. Tú también puedes tener tu vera icon (verdaderas imágenes) de ese rostro.

Señor pequé. Ten piedad y misericordia de mí.


VII Estación JESUS CAE POR SEGUNDA VEZ

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.



Reflexión
La segunda caída de Jesús nos muestra la entrañable humanidad de nuestro Creador en la segunda persona de la Santísima Trinidad.
Jesús, hecho HOMBRE cae como tú y yo, por segunda vez, tropieza dos veces con la misma piedra. Dice un villancico andaluz: “¡Mirad que grande, que siendo Dios, en un pesebre pobre nació!”
Cristo, Rey de Reyes, tirado por el suelo¿Qué necesidad tenía?
Pensemos por un momento en nuestra excelsa soberbia, en nuestra prepotencia, en nuestro orgullo...
¿Con quienes? ¿Por qué? ¿Para qué?
A EL lo despojaron de su escasa vestimenta. Despojémonos de nuestra vieja y arrogante carcasa y caigamos con EL y por EL.
Seguro que la cruz entonces, nos pesará menos.


Señor pequé. Ten piedad y misericordia de mí.


VIII Estación JESUS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALEN

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.



Reflexión
La presencia femenina en la vida de Jesús se hace de nuevo patente en esta nueva estación. 
Primero es la esposa de Pilato, que intercede valientemente ante su esposo por la vida de Nuestro Señor. Después  su propia madre, María, que envuelta en la penumbra de su manto, llora en silencio lágrimas de sangre que taladran sus entrañas ante el dolor y la humillación que padece su hijo.
Reflexioné esta mañana ¿Qué siento yo cuando mis hijos son agredidos?. E inmediatamente pensé en María. Mis hijos son humanos, con sus defectos y virtudes, ante una injusticia puedo incluso pensar para consolarme `quizás mi niño haya hecho algo que provocase la agresión` a fin de cuentas no deja de ser un niño. 
Sin embargo, María sabía que El era perfecto. Jamás habría dado motivos para esa detención ilegal, ese juicio inexistente o ese inexplicable asesinato con ensañamiento.
Ella callaba y acataba como El la voluntad del Padre, pero su dolor humano como madre jamás podrá ser entendido ni asimilado por mente humana.
Más tarde la Verónica, que esquivando a los soldados, atraviesa la barrera humana que acude curiosa a la ejecución de un inocente.
Y ahora, por fin, un grupo de mujeres anónimas, pero todas con la misma ternura y sensibilidad, se aproximan inconscientemente para aunar sus sentimientos y expresarlos públicamente frente a lo que el padre Ramón Cué denomina la "cobarde desbandada de los hombres de Cristo" que El mismo había elegido tres años antes.
La interminable lista de abandonos, traiciones, ventas y negociaciones de estos 12, se opone radicalmente a la actitud mostrada hasta el mismo momento de la expiración de Nuestro Señor por el grupo femenino que "da la cara por Cristo" continúa el Padre Cué "en la hora del riesgo y el peligro".
Pero Cristo, vuelve a sorprendernos a todos, hombres y mujeres, con su visión profética del mundo al volverse hacia ellas y con un tono sereno y templado las consuela: No lloreis por mi. Llorad por vosotras y por vuestros hijos. En clara alusión a la destrucción que sufriría Jerusalén en el año 70 a manos de los romanos.


Señor pequé. Ten piedad y misericordia de mí.



IX Estación JESUS CAE POR TERCERA VEZ


Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.


Una caída es un tropiezo. Dos, mala suerte o reincidencia. Con tres nos demuestras coherentemente ti intención divina de vivir, errar y perecer humanamente. Las personas no caemos una, dos ni tres veces, sino como dice el padre Cué "un aluvión" de ellas. Así Tú, con tus caídas, imitas nuestras vivencias.
Dice el Padre, que el que "cae hacia arriba" , cae en un abismo tan profundo, que a veces no toca fondo e incluso, se crece más, porque no ha llegado el choque todavía.
Sin embargo, el "golpe hacia abajo, contra la tierra, despierta la humildad".
Pedro, el primer Papa, también cayó tres veces seguidas. Pero su llanto arrepentido era la mejor garantía de que no volvería a reincidir, de que no volvería a desafiar a los demás con su "No, yo no te fallaré".
Cristo sabía que su iglesia, igual que Pedro, seguiría cayendo.
La historia de la Iglesia es la historia de la caidas.
La Iglesia, constituida por hombres, muestra constantemente su limitada y vulnerable humanidad. Ante la caída de nuestra Santa Madre Iglesia, solo cabe esperar una reacción filial  por parte de los cristianos; acercarse a ella con infinito cariño y comprensión y ayudarla tiernamente, en la medida de nuestras posibilidades,a levantarse.
Hoy día, sin embargo, interesa más acercarse a ella con una actitud desafiante para conocer de cerca los avatares y detalles del resbalón o descalabro.
Lejos de tenderle la mano, nos encaramos con ella con acusaciones y juicios, justificando nuestra actitud con la falsa excusa de "trato de ayudarla a levantarse", pero eso sí, "a mi manera".

Señor pequé. Ten piedad y misericordia de mí.



X Estación JESUS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS


Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.


Señor pequé. Ten piedad y misericordia de mí.

Desnudo y totalmente abandonado. Sólo Juan, el discípulo más joven, y las mujeres. De nuevo las mujeres como único y exclusivo apoyo constante para Cristo.
Rey de Reyes, llegó pobre, desnudo y reposando su tierna carita entre pajas malolientes de un mísero portal. Rey de Reyes, se va pobre (su único patrimonio material, una túnica y un manto), desnudo y reposando su rostro agonizante en un madero.
En este pasaje del Evangelio, se nos muestra como los cuatro soldados se repartieron el manto echo jitones y rifaron su túnica. Lo despojaron todo impúdicamente, para mostrar de manera más humillante y cruel, el cuerpo amoratado, convulsionado y su piel totalmente desgarrada. Querían mofarse de ese peculiar Rey de los Judios.
Sin embargo, lo acercaron aún más a las generaciones venideras.
Ese cuerpo desnudo, igual que el mio,que se fue como vino, me ha enseñado que todos nos iremos como vinimos, desnudos. Absolutamente desnudos.
De nada sirve tapar a Cristo con un paño su profanado pudor, ¿Acaso vamos a tapar con una venda nuestros ojos para evitar ver el resto de injusticias que cada día sufren nuestros hermanos?
Despojémosnos de nuestra venda y no miremos hacia otro lado cuando veamos que 2000 años después vuelven a despojar a nuestro Cristo más próximo de sus bienes. Ayudemos, hoy, más que nunca.

XI Estación JESUS ES CLAVADO EN LA CRUZ


Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.


...Y la CARNE si hizo verbo. Y siguió habitando entre nosotros.
Dios avisó a través de los profetas que haría CARNE (hombre) su VERBO (palabra), para que el hombre creyese. Y así fué.
Envió su VERBO hecho CARNE a través de la figura humana de su hijo Jesucristo.
Pero Jesús tenía los días contados. El tiempo exacto de impregnar la palabra divina en el corazón de un grupo de hombres que se empaparon de sus enseñanzas para que fuese transmitida de generación en generación, y los hombres de buena fe comunicasen con sus obras la voluntad de Dios.

Señor pequé. Ten piedad y misericordia de mí.



XII Estación JESUS MUERE EN LA CRUZ


Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.




Señor pequé. Ten piedad y misericordia de mí.



XIII Estación JESUS BAJADO DE LA CRUZ Y ENTREGADO A LOS BRAZOS DE SU MADRE


Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.




Señor pequé. Ten piedad y misericordia de mí.



XIV Estación JESUS ES SEPULTADO

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.



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