Hace ya más de 10 años que me hiciste el encargo más importante de mi vida: Engendrar en mis entrañas tres nuevos seres sin más instrucción que la dictada por mi desaliñado, obsoleto y destartalado corazón.
Sí, hace ya más de 10 años que me susurraste al oido el sentido de mi vida, mi misión en esta tierra: Cuidar de mis tres hijos para educarlos y prepararlos para la otra.
Criarlos como si fuesen míos, pero sin olvidar en momento alguno, que realmente son hijos del Padre y hermanos de la humanidad.
Criarlos como si fuesen míos, pero sin olvidar en momento alguno, que realmente son hijos del Padre y hermanos de la humanidad.
Una década después hago balance.
Ya ves, quererlos ha sido lo más fácil del mundo, educarlos, algo más complejo.
Sin embargo, me ha acercado más a tí, pero cuando reflexiono creo que aún no estoy preparada para devolvertelos, ¡Ay, Señor, cuánto me pides!
Sin embargo, me ha acercado más a tí, pero cuando reflexiono creo que aún no estoy preparada para devolvertelos, ¡Ay, Señor, cuánto me pides!
Me voy haciendo a la idea de que, como todo cuanto me has dado, no me pertenecen. Es duro ¿Sabes?
Los acoges en tu vientre, les das la luz, aprendes a verte en sus actos y omisiones, tratando de enmendar en ellos tus errores del pasado para evitar que los cometan y cuando crees que las raíces están arraigadas, que el árbol comienza a dar sus frutos, los miras de nuevo y ves que tienen ramas torcidas que hacen peligrar su estabilidad.
¡Creo que nunca estaré preparada para verlos rectos!
O quizás me da miedo pensar que ya no necesitan de mi guía para seguir creciendo.
Se que vendrán tiempos difíciles, momentos de angustia y soledad, de desconciertos y dudas...pero se que estarás ahí.
Yo, Señor, sólo te pido que los protejas de todos los elementos adversos que rodean su mundo, que si yo falto, los sigas cuidando más y mejor de lo que yo fui capaz...
Se que se sentirán vacíos, sedientos de esperanza y tentados por el fácil camino del egoismo, la ambición, la soberbia... pero seguirás ahí.
Yo, Señor, solo te pido que les des agua de tu fuente, que beban de tus palabras y los cobijes bajo el manto de tu Santísima Madre para que cuando llegue la tentación, que tarde o temprano vendrá, se aparten de ella y encuentren refugio en tu Sagrado Corazón.
Sé que coincidirán en su caminar, con otros hermanos que pisotearán sus caminos, les hablarán de lo fácil que es llegar alto sin escrúpulos, empujando a los demás y sin mirar atrás... y aún, permanecerás ahí.
Yo, Señor, sólo te pido que sean hombres y mujeres bondadosos, testigos de tu heredad, que busquen tu rostro en los más necesitados, que iluminen a sus hermanos en la fe como antorchas en la oscuridad y lleguen al final de sus caminos con un corazón blanco inmaculado y la cabeza bien alta orgullosos de haber alcanzado tu reino cumpliendo tus mandamientos.
Antes de despedirme, quiero darte las gracias Padre, por permitirme conocerte, elegirme para seguirte y dejarme amarte.
Antes de despedirme, quiero darte las gracias Padre, por permitirme conocerte, elegirme para seguirte y dejarme amarte.
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