Antes de ayer me enteré de un hecho que no por extraño en los tiempos que corren, me resultó menos sorprendente, y porqué no decirlo, gratificante.
Mis hijos querían ir a la Adoración Eucarística del colegio al que acuden; Montealto, en Jerez de la Frontera. Eso, afortunadamente de momento, no es raro en ellos, pero no procedía por el tema del pequeño, que aún le cuesta bastante comportarse en la celebración eucarística infantil ¡Cuánto más en un momento de silencio y soledad!
Ante mi negativa, les propuse hacer un rato de oración en familia y comentar el evangelio.
¡Qué grata sorpresa me llevé cuando me dijeron que ya lo habían leído antes de comenzar las clases!
Sorprendida por la respuesta, comenté ayer el hecho con una de las religiosas del centro, la cual, me ratificó la información recibida.
Es cierto, antes de comenzar la jornada escolar, los alumnos de Montealto tradicionalmente, acuden a la capilla cinco minutitos con una Hermana, a pedir por la intenciones del día y a dar gracias por los bienes y dones recibidos.
La Congregación de las Hijas de Santa María del Corazón de Jesús llevan en Jerez de la Frontera más de 40 años sembrando fe en tierras, algunas veces casi infértiles, año tras año, incansables, con una paciencia infinita casi divina.
Cuando el mismo Evangelio habla de que "la mies es mucha, los obreros pocos", aún no había sido creada la Congregación.
¡Qué orgulloso debe estar Dios con su fundadora, la Madre María de Jesús y la obra por ella creada!
Paradojas
Es curioso, que en este país, que se define aconfesional, las familias deseen un colegio religioso para sus hijos.
Yo, personalmente, he hablado con muchas madres que desean llevar a sus hijas a este colegio y otras que en su día quisieron hacerlo y no pudieron, siempre por falta de plazas.
Lo primero que te comentan es que es un "colegio buenísimo", y en seguida piensas en sus planes de estudio, pero no, inmediatamente añaden "la formación es la mejor de todo Jerez".
La FORMACION, ¡Qué gracia! ¡Qué amplio término y cuánto encierra! Las mamás lo sabemos y por eso precisamente, y no por sus planes de estudio, que también, intentamos que entren en Montealto antes que en ningún otro.
Pero ¿Qué es la FORMACION?
Para mí, que he tenido la suerte de conocer y tratar a estos ángeles de la tierra, es simplemente el reflejo de la fe en la vida cotidiana, el servicio entregado de forma totalmente desinteresada a propagar la fe con el ejemplo de sus propias vidas desde la humildad, la ternura, la comprensión y la enseñanza de las Sagradas Escrituras en los quehaceres más cotidianos.
Exigentes, serias y disciplinadas cuando hay que serlo y siempre, siempre, cariñosas, simpáticas y cercanas, aún en las situaciones más complejas.
Es maravilloso poder contar y confiar en una institución así, que forma a tu hijo al 100% en todos los ámbitos de sus ser, como estudiante y como persona.
Pero ello conlleva un peligro que desgraciadamente, con frecuencia cometemos también las mamás, desentendernos de su formación. Claro, como sabemos que están en buenas manos...
Esa no es una actitud justa, ni con nuestros hijos ni con las mismas Hermanas, a las que cargamos de un trabajo que realmente no les compete, y que si lo realizan, es única y exclusivamente por materializar la palabra de Dios, por el compromiso con su Verbo Divino.
Los niños nos necesitan en su formación, necesitan nuestras palabras y sobre todo, nuestro ejemplo. De nada sirve, -bueno, siempre algo queda-, que las Hermanas hablen de equipo, de sacrificio, de entrega, de vivir en la fe, si cuando el niño llega a casa se encuentra solo ante un mundo hostil, sin una piedra angular, una referencia, un modelo al que continuar admirando cuando sale de la escuela.
Primeros pasos
La formación comienza desde el mismo instante en que el niño toma conciencia de la realidad que le rodea. Es el momento de esas primeras preguntas que nos dejan perplejas, de esos comentarios sobre sus compañeros y su `señorita`.
De pronto, nuestro hijo se convierte en un pequeño inquisidor que todo lo quiere saber, todo lo quiere juzgar y lo que es más peligroso, todo lo quiere imitar.
Igual que a un bebé que comienza a andar se le entregan los dos brazos para que de sus primeros pasos, así de acompasados han de estar colegios y padres en el caminar de sus hijos.
Si cualquiera de los dos brazos se suelta, el niño comienza a tambalearse y probablemente al final acabe cayendo, aunque a veces es tan fuerte la presión de uno de esos miembros, que es capaz de evitar la caída.
Este camino en nuestra vida, deja de ser una autopista cada vez más temprano, para convertirse en una angosta carretera comarcal oscura y llena de baches en la que la única luz visible es Cristo.
Yo no digo que la luz de Cristo nos evite un accidente, pero evidentemente, sí que nos ayuda a levantarnos e incluso ¿Por qué no? Socorrer a los demás.
Démosle a nuestros hijos la oportunidad de ver esa LUZ en la oscuridad, de poder reconocerla.
Mi madre hizo por mí y me dejó, cuanto tuvo y pudo, pero si hay algo que le agradeceré hasta el fin de mis días -y creo que ella allá arriba lo sabe- es la oportunidad que me brindó de conocer a Dios y el ejemplo que me dio de amarlo en el prójimo.
Ella se involucró en mi formación y estoy convencida de que de toda la estela de su vida que marcó la mía, ese rastro es el que me ayuda cada día a buscar el Rostro de Cristo en los demás.
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